domingo, 5 de abril de 2009

"Aquí estoy, no me busquen más"

El brasileño Gilmar Rinaldi fue arquero hasta que decidió dejar los guantes a un lado y convertirse en representante de futbolistas. Al poco rato formó la empresa Gilmar Sports y empezó a sumar dólares en su billetera a punta de contratos.
La nueva vida de Gilmar corrió muy bien. Sumó jugadores importantes y, entre otros, en su corral brillan Julio César, arquero del Inter, y Juan, zaguero de la Roma. ¡Ah! Y Adriano, delantero que le ha hecho ganar dinero, pero también muchas rabias y hartas canas.
Con el atacante, Gilmar las ha sufrido todas, pero lo sucedido esta semana se arrancó de todo lo esperado.
Como tantas otras veces, Adriano llegó a Brasil para jugar por su país en las eliminatorias y se suponía (sí, se suponía) que el jueves debía tomar el avión de vuelta a Italia, para reintegrarse al Inter.
Error. Pasaron los días y en Italia nada se supo del jugador. Y, aunque no lo creas, tampoco en Brasil. Simplemente nadie tenía idea de dónde estaba Adriano. Ni Gilmar, a quien hasta la madre del futbolista lo llamó para preguntarle por su querubín.
"No sé donde está. Del miércoles que no he podido hablar con él", dijo Gilmar el sábado, sin siquiera imaginarse que al otro día sería la mismísima Policia Militar (PM) de Rio de Janeiro la que le daría noticias del delantero.
Según la PM, Adriano estaría en una favela llamada Morro da Chatuba, a donde habría ido para romperla en una laaaaaarga fiesta ofrecida por Paulo Rogerio de Souza, nada menos que un narcotraficante muy buscado por la policía carioca.
En el Inter, José Mourinho ya avisó que a Adriano no lo quiere ni ver en pintura, mientras que en Rio la PM dio un aviso súper tranquilizador a los cercanos al delantero: "Tuvimos noticias de que está en esa favela, pero no andamos detrás de él".
Gilmar y la mamá de Adriano ya saben dónde encontrarlo.

sábado, 21 de marzo de 2009

Paraguayo rabioso

Francisco Esteche es paraguayo, tiene 35 años y está dando sus últimos respiros en el fútbol. Su carrera no ha sido brillante, pero tampoco opaca. Si hasta jugó por la selección de su país y ganó la Libertadores con Olimpia.
Pero el hombre no ha querido colgar los chuteadores y a principios de año decidió fichar por el Jorge Wilstermann, club boliviano que le propuso tratarlo como estrella.
El asunto iba de maravillas, el ducho Esteche era crack del equipo y sus compañeros lo veían como todo un referente. Eso, hasta que el último domingo metió las patas en el barro. Y bien en el fondo del barro.
Wilstermann jugaba contra Universitario y Esteche fue a pelear una pelota que ya estaba perdida. El guaraní chocó con un rival y se fue derechito al suelo, pero el árbitro Joaquín Antequera lo miró con cara de "párate que a tí no te compro".
Esteche se indignó y le gritó de todo al juez, que en el acto lo amonestó. Mal, porque el futbolista se enojó más aún y se fue encima de Antequera, que, muerto de susto, sólo atinó a poner las manos en el estómago del jugador, como para detenerlo. Mal de nuevo, porque ahí sí que se irritó Esteche.
Violentamente, el paraguayo se quitó de encima las manos del árbitro y sacó pecho. Antequera, que transpiraba helado, quiso terminar con la situación antes de que quedara la escoba y le enrostró la roja. "¡Fuera!", le dijo y Esteche que fue por lo suyo, igual que en el 2006, cuando jugando por Olimpia le dio un pisotón a un juez.
Esta vez, haciéndose el vivo, el jugador le pegó un par de puntapiés por debajo al árbitro y ahí se armó la grande. Obviamente, Antequera expuso las pataditas que le dio el guaraní en su informe y ahora el jugador arriesga una sanción de, por lo menos, 40 partidos.
"Estoy arrepentido y no debí reaccionar así, pero el árbitro me empujó la barriga", se lamentó Esteche, mientras el pobre Antequera seguramente intentará hacerse un sahumerio.
El año pasado, Maximiliano Blanco, argentino del Blooming, también de Bolivia, fue castigado por 40 fechas por agredir a adivinen quién: sí, a Antequera.

martes, 10 de marzo de 2009

A este árbitro sí que lo pillaron

Una vez, hace ya varios años, en el estadio Santa Laura, los hinchas que estábamos presentes no entendíamos qué diablos estaba pasando.
Justo detrás del arco norte, donde se supone debía estar la barra de uno de los equipos que jugaba esa tarde, no había una tropa de idiotas cantando como monos (que me disculpen los monos), sino que un reducido grupo de muchachos bañados en negro.
Poleras negras, banderas negras, bolsas de basuras negras, papel picado negro. Todo lo que había era negro. "Alguien estará de luto", soltó un caballero barbón que estaba a mi lado.
Pero pasó un par de minutos y la cosa se empezó a aclarar. Uno de los que lucían de negro sacó un cartel que rezaba "Árbitro estamos contigo".
Más claro quedó el asunto cuando los jueces del encuentro aparecieron en la cancha y, mientras todo el estadio los pifiaba, este ramillete de hinchas extraños comenzó a cantar.
Cuento corto, se trataba de un piño de universitarios que intentaba sumar puntos para una competencia de su facultad. Nadie en su sano juicio, menos alguien que vibre con el fútbol, puede alentar a un árbitro.
Bueno, eso no pasa en ningún lado y menos iba a ocurrir en Bélgica, donde este último fin de semana un juez suplicaba por una barra como la que esa vez estuvo en Santa Laura.
Se trata de Peter Vervecken, quien en un choque de la liga belga entre Gante y Tubize sufrió como condenado. El partido lo ganaba el local por 1-0 cuando al hombre de negro pitó un penal para el cuadro que estaba en ventaja.
Según cuentan, Vervecken se dio cuenta al instante que había metido las patas hasta el fondo con su cobro y, lo primero que hizo, fue correr hacia el portero que se acomodaba para ser fusilado. Dicen que el árbitro miró a los ojos al arquero Nicolás Ardouin y le rogó que tapara el tiro.
"Después de cobrar penal, el árbitro me dijo sávame y páralo, por favor", confesó Ardouin, que obviamente no atajo el penal. El muchacho contó la anécdota muerto de la risa, ni siquiera preocupado por la derrota de su cuadro por 2-0.
Pero el pobre Vervecken se defendió. "Simplemente animé al portero. Nada más. Posiblemente, me comprendió mal", dijo el réferi, que a esas alturas ya no tenía cómo echar la historia atrás.
Ahora, una sola pregunta: ¿No era más fácil ir donde el ejecutante del penal y rogarle que lo pateara a las nubes? Da lo mismo, los más probable es que ese jugador igual hubiese marcado, además de soltar el caset.

martes, 17 de febrero de 2009

De Denthre, su pelo y sus aros

El argentino Fernando Redondo fue un gran jugador. Tras romperla en Argentinos Juniors y Tenerife, el volante brilló con el Real Madrid y su selección, siempre con su juego elegante. Y además, Redondo era un caballero: en su último club, el Milan, jugó muy poco por culpa de las lesiones y él, en un acto difícil de ver, no cobró el sueldo.
Pero en 2004 Redondo se fue del fútbol con una espina clavada. La llegada de Daniel Passarella a la albiceleste lo sacó del Mundial del 98, pues el tozudo técnico obligaba a sus dirigidos a cortarse el pelo y no llevar aros. Redondo lo que más cuidaba era su melena y como no estaba para payasadas renunció a la selección. Payasadas que, en todo caso, no dejarán de repetirse en el fútbol.
O que Royston Drenthe diga lo contrartio. Drenthe es un holandés que juega en el Real Madrid y que, por esas cosas que pasan, se les cruzó a los hinchas merengues. Pifias por doquier, uno que otro insulto racista (el hombre es negro) y críticas de la prensa lo llevaron a borrarse de los últimos tres partidos de su equipo. El muchacho como que se deprimió.
El asunto es que aparte de ser moreno, Drenthe luce una larga cabellera y distinguidos brillantes en sus orejas, lo que poco y nada debe influir en su rendimiento con el Madrid y que, por cierto, le debe traer harta suerte con las damas.
Pero Alfredo Di Stéfano, el hombre de 82 años que es presidente honorífico y emblema del club, piensa todo lo contrario, como en su tiempo lo hacía Passarella con Redondo.
A la Saeta Rubia, como llamaban a Di Stéfano en su época de jugador, se le cayó el calendario y, sin arrugarse, señaló que el holandés "debería cortarse el pelo y quitarse los pendientes". ¿Qué tiene que ver el pelo y los pendientes en pegarle mal a la pelota? Vaya a saber uno.
Pero Drenthe, que ya se está acostumbrando a las quejas del resto sobre su nivel futbolístico, le puso el pecho a las balas y no se achicó, por más que el que le estuviera diciendo tamaña tontera fuese Di Stéfano.
"Yo escucho todo lo que dice él y doy lo máximo para el club, pero lo del pelo y los pendientes es un tema personal. A mí me encanta ir así, así que no voy a seguir sus indicaciones", le respondió el holandés, acaso en su mejor jugada desde que está en el Real Madrid.

lunes, 9 de febrero de 2009

La hora gay

Coincidencia o no, cada cierto tiempo, el fútbol da señales de similitud con la vida, de ser una rueda igualita a la de la vida. Si hasta un tronco que no le pegue a la pelota ni adentro de un ascensor podría darse cuenta.
Ejemplos hay varios, como cuando algún diario amarillento (o blog amarillento) se mofa de un futbolista que fue hallado emborrachándose y, por una indescubrible casualidad, al ratito hay otro caso similar que se destapa. Pero esta vez no se trata de alcohol.
La última historia contada en este espacio fue sobre el machito ruso Andrei Arshavin y resulta que al día siguiente el diario "Mundo Deportivo" dio a conocer una información que podría entrar perfectamente en esa órbita: la camiseta reserva del Barcelona para la temporada 2009/10 será de un juguetón color rosado.
Sí, el Palermo y los peruanos de Sport Boys tienen camisetas oficiales de ese tono, generalmente asociado a las mujeres o a los gays. Y la Juventus, el Alavés, el Sevilla y el Benfica también alguna vez ocuparon el color chillón, con el que ciertos padres suelen vestir a sus hijas recién nacidas.
Sin embargo, lo del Barcelona es para elogiar en tiempos en que cabezas duras como el talentoso Arshavin creen que el mundo sólo se divide entre rudos y frágiles damas. Más aún si el anuncio se hizo justo el fin de semana en el que los catalenes presentaron la primera barra gay del club y de todo el fútbol hispano.
¿Acaso al hombre que le gusta otro hombre no le puede también atraer el fútbol? Si tu respuesta es negativa, deberías tomar el teléfono y pedir hora al loquero. Es como que a mí, que me encantan las mujeres, particularmente mi novia, no me pueda gustar la danza.
El punto más valorable en lo del Bracelona es que, en una época donde se supone que está de moda hablar sobre no discriminar, el club tomó la delantera no sólo para luchar contra el racismo, sino que también sobre la homofobia, obligando a sus jugadores a lucir una prenda bien poco agraciada y que, de manera irremediable, les hará ganarse gratuitamente muchas de esas bromas desgastadas, añejas y pasadas a naftalina.
(La camiseta de la foto es sólo un montaje de Elblaugrana.com)

viernes, 6 de febrero de 2009

Arshavin, "Macho Macho Men"

El fútbol es un deporte bien raro. Por un extraña razón, que por lo demás no tengo idea cuál es, la pelotita siempre ha tenido un desconfiable olor machista.
Hace muy poco que las mujeres intentan ganar terreno en una cancha, los estadios básicamente se llenan de hombres, los bares para ver fútbol se repletan de machos cerveceros y para qué hablar de homosexualidad, porque que pillen confesado a ese pobre sujeto que reconozca su calidad de gay dentro de un vestuario.
Pero en estos tiempos en que el machismo va a máxima velocidad en reversa, Andrei Arshavin, la nueva estrella rusa que fichó en el Arsenal inglés, podría hacer pensar que él es el mejor ejemplo de mentes peloteras abiertas.
Cuando cumplió 17 años, Arshavin ingresó al Instituto de Tecnológia y Diseño de San Peterburgo, porque no se estudiaba mucho y había harta muchacha dando vuelltas. ¿Y qué carrera escogió? La de diseñador de ropa.
El ruso mezcló sin dramas el hediondo perfume a camarín con los trapos y los cortes. Si hasta creo su propia línea de moda, especializándose, nada más ni nada menos, que en ropa femenina. Vaya señal, podría pensar la más feminista de las feministas.
Sin embargo, en un libro que circula por Europa llamado "555 preguntas y respuestas" y que se supone es la autobiografía del famoso Arshavin, el hombre tira todo al tacho de la basura y revela que es un machista de tomo y lomo.
Marcado a fuego por un incidente que sufrió cuando niño, donde una dama lo atropelló y él salió volando por unos diez metros, Arshavin dijo que si dependiera de él, les prohibiría conducir a las mujeres.
"No lo pensaría dos veces. Las mujeres y los hombres son criaturas totalmente diferentes. Y no soporto que fumen ni que mientan", dijo, muy campante.
Y para rematar, confesó su ideal de mujer: "Alta, delgada, de muslos firmes y culo pequeño. No me importan las tetas".
Dicen que Julia, su pareja y madre de sus dos hijos, cumple a la perfección con todos los requisitos.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Entre Elvis y Jesús

A José Roberto de Oliveira, más conocido como Zé Roberto II (el original es de verdad bueno y hasta jugó en la Selección brasileña), le gusta la samba y nada más. Si le preguntas de rock o por alguna banda que toque otra cosa, bien gracias.
Pero eso no es pecado, pues el hombre es brasileño y con el fútbol, la samba y la religión basta y sobra. Con el fútbol sobre todo.
Luego de una buena campaña con el Botafogo en 2007, al año siguiente el volante fue vendido al Shalke 04 en 3 millones de euros. Una ganga para lo que se paga en esta época. Y los hinchas pensaron que el brasileño era la nueva estrella mundial cuando lo vieron por primera vez.
En el debut con su nuevo equipo, Zé Roberto (para qué ponerle Zé Roberto II, eso es muy despectivo) la amasó y a los 33 segundos marcó un gol. "Esta sí que es contratación", deben haber festejado los directivos teutones.
Error. El resto de la temporada el jugador no gravitó y sólo destacó por la gran amistad que formó con Kevin Kurányi, delantero alemán que además cuenta con otras dos nacionalidaes: brasileña, por haber nacido en Brasil, y panameña, pues su madre es de Panamá.
Así, no fue raro que la historia de Zé Roberto en el Schalke 04 llegase a su fin hace un par de meses. Aparte de jugar poco y nada, el futbolista de 28 años alargó, sin avisarle a nadie, sus vacaciones de Navidad. Entre estar muriéndose de frío en Alemania y estar con una cerveza helada tirado en un playa de Brasil no había dónde perderse.
Sin derecho a pataleo, los alemanes lo enviaron a préstamo a Flamengo donde por estos días el crack se pasea con el pecho inflado. Y es noticia por cualquier cosa.
Como ayer, como lo muestra la foto del diario "Globo", que el jugador llegó al entrenamiento con una llamativa polera negra con blanco con la imagen de Elvis Presley, un grande, por un lado, y la de Jesús, un .... (sobre los puntitos le pones lo que quieras), por el otro.
"Kurányi (el alemán-brasileño-panameño) me dio varias poleras, pero esta es la que más me gusta", dijo el hombre, quien después, cuando le preguntaron por las imágenes que llevaba en la camiseta, expuso toda la ignorancia musical con la que se partió haciendo referencia en esta historia.
"¿Elvis? Mmmm... No soy fan de él, pero me gusta por que se ve bien la camisa. Es una camisa bonita. ¿Jesús? Ahí sí, porque soy muy católico", comentó.
Elvis, sacúdete en tu cripta.