lunes, 22 de diciembre de 2008

Eu preciso falar de Noble


Hoy un amigo me dio el notición: Curicó Unido, ex equipo de los potreros que en 2009 jugará en Primera, contrataría a Vitor, un astro brasileño que seguramente alguien encontró tomando sol en Copacabana o capeando el calor con una cerveza en una favela.
"Creo que fue seleccionado Sub 20. ¿De cuál Sub 20? Ni idea", me aseguró, ignorante de mayores datos sobre este jugador que vendría ilusionado con romperla en Chile.
Lo curioso es que la supuesta llegada del tal Vitor (en una de esas es como Cafú y nos deja con la boca abierta), surge justo cuando la Confederación Brasileña de Fútbol dio a conocer el increíble número de jugadores de su país que fueron exportados este año: 1.176. Sí, mil ciento setenta y seis.
La cifra asombra. El sólo hecho de pensar que hay más de mil brasileños dando vueltas por las canchas del mundo desconcierta. Que 222 practican jogo bonito en Asia, que 762 hacen cachañas en Europa, que 105 están repartidos en Sudamérica, que 69 en Norte y Centroamérica, y que el resto está en África.
Con tanto brasileño por el mundo, es obvio que varios no den en el tono. Y el fútbol chileno lo sabe bien con algunos grandes casos.
En Colo Colo no olvidan a Toninho (1994), que regalaba una biblia al portero que le anotaba y acá regaló muy pocas; a Renato (1986), que duró menos que un candy; y a Paulao (1997), que llegó con una rodilla menos. Y la UC quedó marcada con Wagner y Edú (1998), uno de los buenos gato por liebre que les han pasado a los cruzados.
Lo anterior sin contar a Darcy da Lima, Liminha, que hizo de las suyas en Coquimbo, pero que en la U (1981) no brilló del todo. Igual la hinchada le tenía su propio canto: “Eh, voce ahí, el gol ya va a salir, Liminha ya está aquí”.
Y sin olvidarse de Mendonca (1995), un moreno con tobilleras al que recomendó un chileno que estaba en una playa brasileña y que ese año se fue a los potreros con Everton. O de Fabio Buda (2007), que llegó a Puerto Montt como el hermano de Caté, el mismo que jugó en la UC y luego partió al fútbol italiano. Bueno, Fabio debió haberse dedicado al estudio.
Cada cierto tiempo y con esa cantidad de jugadores exportables es lógico que un porcentaje amplio no sea más que un fiasco disfrazado de talento. Ojalá que Vitor, que bienvenido seas, no sea de esos y nos deleite. ¡Cuec!

1 comentario:

Anónimo dijo...

jaja mi papá cantaba esa cancíon de liminha "voce ahí"