lunes, 1 de diciembre de 2008

La pichicata italiana

Si alguien apuntaba a Diego Maradona como el rey de la cuchufleta por su gol con la mano a los ingleses y, sobre todo, por la estrecha relación que el argentino sostuvo con la diosa blanca (se supone que ya no pasa nada con el polvito... se supone), permíteme decirte que el pobre Diego era un niño de pecho en su época más descarrilada.
El Diez, crack como pocos, es un amateur en materia de dopaje si hablamos en serio y tomamos en cuenta al italiano Carlo Petrini, que en los 70 jugó por la Roma, Torino, Bologna, Génova y Milan, y que por estos días reveló las más oscuras maniobras de dóping en el calcio de sus tiempos.
Para Petrini, que sólo de milagro no quedó como colador de tanto pinchazo que se dio, doparse a punta de jeringazos era de lo más común.
"Una vez el médico del equipo llevó un frasco en las manos, que parecía una botella de jugo de naranja, y una misma aguja la introdujo cinco veces ahí. Después pinchó a cinco jugadores", contó el italiano en una entrevista al canal Sky.
Tal era el nivel de químicos que se metían al cuerpo Petrini y sus compañeros que bien podrían haber sido protagonistas de Super Campeones, esos dibujos animados en que Oliver Atom hacía goles tras darse 32 vueltas en el aire.
Lee bien: "Luego de las inyecciones te dabas cuenta de lo que te habían dado. Podías correr, saltar, caerte, presentarte ante el portero sin cansarte y con la mente siempre lúcida. Se tenía una fuerza inimaginable".
Si hasta perro con rabia parecía Petrini cuando se dopaba. "Durante un partido te salía una especie de baba verde de la boca, que tenías que escupir para no ahogarte. Y la lengua se hinchaba".
¿Por qué Petrini, que hoy sufre glaucoma en un ojo, se decidió a soltar estas papitas ahora? Porque en Italia está en la escoba por la muerte de 15 futbolistas a causa de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que además ha afectado a otros 50 ex jugadores y que, según se cree, se debería al dopaje.

No hay comentarios: