sábado, 22 de noviembre de 2008

Traición a la parrilla

Durante su estada en Colo Colo, Claudio Borghi, Bichi para algunos, Guatón Parrillero para otros, dio varias señales de ser un tipo poco confiable. Berrinches al por mayor y sucesivas cátedras sobre la vida, como si ganar en una cancha te diera derecho a enseñarle al mundo sobre lo humano y lo divino, eran bocanadas de alerta.
Pero el mayor indicio de desconfianza la entregó cuando partió a dirigir a Argentina. "Siempre fui hincha de Racing", dijo una y otra vez, y resulta que apareció firmando por Independiente, justamente el archirrival de la Academia. ¿Raro, no?
Si esto hubiese sucedido en un bar, es como si uno de los bohemios hiciera salud con mineral en medio de vasos transpirados en alcohol.
La vida, que es harto más sabia que Borghi que yo y que tú, le dio una lección a este hombre tan simpaticón y en Independiente duró menos que lo que gravitó el exitoso programa "Sin Mochila".
Sin embargo, el DT se cierra a aprender la lección de que la lealtad, no a un bendito club sino que a la gente, que es lo que vale, no se compra en el kiosco de la esquina.
Borghi, suelto de cuerpo y dicharachero como siempre (si hasta una vez fue elegido Rey Guachaca) salió con su última papita: "¿Dirigir a la U? Ningún trabajo es descartable".
Él asegura que el hambre que sintió de niño lo hace pensar así. Verso. A mí, los más de 12 millones mensuales que ganaba en Colo Colo (sin contar los premios y todos esos bonos extras que sólo existen en el fútbol) me hacen pensar distinto.
A los colocolinos les debe estar ardiendo la entrepierna y a los chunchos la guata se les empieza a revolver. Simpático el gordito.

1 comentario:

ron k rrete dijo...

por plata baila el mono ..cuek